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4 feb. 2018
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Barcelona rinde homenaje a Azzedine Alaïa

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4 feb. 2018

“A Azzedine la habría encantado venir a Barcelona, habría disfrutado muchísimo de este lugar”, suspiraba Rossy de Palma cautivada por la emoción, admirando los colores y la belleza arquitectónica de la sala del Recinto de Sant Pau que acogía el coloquio homenaje al creador franco-tunecino, al cargo del cierre de la 21ª edición de la Semana de la Moda catalana, el pasado viernes 2 de febrero.

Lisa Lovatt-Smith y Rossy de Palma recordaron a Azzedine Alaïa - 080 Barcelona Fashion


Musa de Almodóvar y amiga personal del diseñador, Rossy de Palma hizo las veces de carismática maestra de ceremonias, consiguiendo meterse en el bolsillo al público asistente en un abrir y cerrar de ojos, narrando con gracia sus experiencias en la cocina de la maison de Alaïa, por la que han pasado los rostros más importantes de la industria, de Naomi Campbell a Elle Macpherson; pasando por las anécdotas afiladas que involucraban a la ex primera dama francesa Carla Bruni o la redactora jefa de Vogue USA, Anna Wintour.

“Nosotros teníamos una relación de confianza, casi infantil”, comentaba con una sonrisa. “Azzedine sabía divertirse como un niño y tenía una energía que nos superaba a todos. Era generoso, gran conversador y tenía entre sus pasiones a Carmen Amaya”. Y destacó uno de sus rasgos mas importantes: “su personalidad mediterránea”, a la que posiblemente deba el mito alrededor de ese personaje bajito y meticuloso que comenzó su carrera en la moda con sólo unos días de trabajo en los talleres de Dior y que, en 1970, consiguió fundar su propia maison y, poco más tarde, una gran familia alrededor de su figura. No obstante, “él era un artesano antes que nada y nunca se dio especial importancia”.

Enfundada para la ocasión en uno de sus diseños, Rossy de Palma insistió en la sencillez de Alaïa, quien nunca quiso premios ni reconocimientos y llegó a rechazar hasta en tres ocasiones la Legión de Honor francesa. “Logró un gran reconocimiento siendo un electrón libre, sin dejarse llevar por las obligaciones de los calendarios de la moda, yendo a su ritmo y siendo honesto. Sin necesidad de social media, de publicidad o de grandes campañas de marketing y perfumes”, admiraba.

La ex editora de Vogue Lisa Lovatt-Smith reforzó la teoría recordando una de las frases favoritas de Alaïa: “Yo no soy diseñador de moda, yo soy ‘couturier’”. Sin duda, un rasgo de paciencia y de artesanía en el taller de costura, que contrasta con el rol de director artístico actual, ya que según Rossy de Palma “Azzedine estaba al servicio del cuerpo de la mujer y de sus fantasía. Él era experto de un patronaje diseccionado y minucioso”.

Siete diseños de Azzedine Alaïa cedidos para el homenaje de la pasarela catalana - 080 Barcelona Fashion


Un carácter especial y arrollador que le confirió, según Lovatt-Smith, un poder único. “Sus vestidos dejaron de tener precio. Cuando alguien quiere un Azzedine, esta dispuesto a pagar lo que sea, poco importa si el precio es de 100 euros o de 10.000. El precio, literalmente, no importa”. Y añade, “hubo una época que en Barneys, en Nueva York, se vendían 60 vestidos suyos al dia, llegando a facturar mas de 50.000 dólares”.

Con respecto al futuro de la marca tras la desaparición del ‘couturier’, fallecido el pasado mes de noviembre, Lisa Lovatt-Smith aclaró cualquier duda. La Maison Alaïa continuara en las manos de las fieles costureras y colaboradores con los que ha trabajado durante años, que podrán seguir estudiando sus archivos y su enorme legado, con la intención de presentar las próximas creaciones de la casa en enero y marzo de 2018. Por su parte, el taller ubicado en el número 18 de la parisina rue de la Verrerie, acogerá la exposición de sus diseños “Je suis couturier” hasta el próximo 10 de junio; mientras que la Fundación se dedicará a la financiación de becas para estudiantes de moda.

Como clausura del evento, el coloquio fue seguido de una puesta en escena de la bailarina Blanca Li, también vestida de Alaïa, emocionando a los asistentes con una coreografía especial a modo de homenaje. Entre aplausos y alguna lágrima, la pasarela se despidió hasta su próxima edición con siete diseños del gran Azzedine Alaïa cedidos por personalidades tales como la actriz Isabelle Adjani o la también tunecina Hiba Abouk, que horas más tarde luciría otro de sus vestidos en la alfombra roja de los premios Goya. Y es que como dice Rosssy de Palma: “un vestido de Alaïa es para siempre. Azzedine es todo menos efímero”. Que así sea.

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