Armani Privé, neoclásico con un toque de gracia

Cambio radical de ambiente para Giorgio Armani Privé en su mayor desfile en la semana de la Alta Costura. Atrás queda el escenario de caja negra, reemplazado por la gloria neoclásica, con proyecciones de las paredes del Palazzo Corsini, su estudio en Vía Borgonuovo 11, en el centro de Milán, y un espacio de coctel predesfile con imágenes gigantes de frescos italianos.

Atrás también queda su banda sonora disco funk. En su lugar, la música era Wagner, Rachmaninov, Offenbach y, más gloriosamente, Ludovico Einaudi.

La ropa también fue más sofisticada. Impresionantes chaquetas ajustadas unidas por botones de cerámica, sobre pantalones masculinos acabados en sedas súperligeras. Todo velado y matizado en estampados de pétalos, pájaros y manchas, imágenes que se repetían en cuentas y tiras de plástico cuidadosamente cosidas. Todo rematado por los sombreros tejidos de los Doces venecianos y mallas para la cara. Ambigua, misteriosa y sorprendente.

"Me pareció maravilloso. Los colores, la elegancia y el sentido de gracia", dijo Naomi Watts, una de las veinte estrellas que ocuparon una primera fila desprovista de influencers, a diferencia de otros rivales menores de alta costura.

El momento más sobresaliente fue el final, completamente negro. De la mano de un diseñador famoso por su elección de colores de barro, hormigón y arena. Lazos preciosamente anudados, moños de seda, flores de tela o brotes metálicos para decorar los largos vestidos ajustados y de cóctel.

"Hay que alejarse un poco del mundo para pensar y crear algo de misterio", dijo Armani, tras haber sido rodeado por estrellas de cine. Sophia Loren, Watts, Kate Winslet e Isabel Huppert (que causó un gran alboroto al llegar después de los primeros dos looks al desfile del Theatre de Chaillot) se vieron alrededor de Giorgio. Sus ojos sonreían en un silencio contemplativo.

Armani Privé, neoclásico con un toque de gracia

See also